Comentario a “Ahí sigue,
después de tanto tiempo” de Carlos Boyero.
Este texto presenta una doble modalidad textual, comienza
con una exposición ya que nos facilita una información que luego utiliza para
ofrecer su opinión sobre lo que supone el cine en su vida. Estamos por tanto
ante un texto expositivo-argumentativo. Veamos sus características.
En la parte expositiva presenta el emisor un enfoque
objetivo a través de oraciones enunciativas: “Se apellidaban Lumière”, con
verbos en 3ª persona: “se sintieron”, sintagmas nominales que proporcionan
datos: “1400 películas” o adjetivos especificativos: “fábrica familiar”. Todo
ello marca distancia entre la información y el emisor por lo que el punto de
vista en el texto es objetivo. Por eso la función lingüística que predomina en el
primer párrafo es representativa o referencial: informar sobre el nacimiento del
cine.
Sin
embargo, ya en esta primera parte del texto surgen elementos lingüísticos que ofrecen
un punto de vista subjetivo. Así tenemos la 1ª persona del plural “les
recordaremos” o más adelante del singular “Yo (…) no he conocido” y un lenguaje
connotativo basado en adjetivos explicativos: “grandiosa exposición”, “hermanos
visionarios”, “creadores geniales”, “descubrimientos más gozosos” o sustantivos
con valor metafórico “llenos de luz”, con lo que la función pasa a ser
expresiva: “Qué gusto debe dar vivir bien en París”. Todas estas
características lingüísticas pertenecen a una modalidad argumentativa, como son
también el predominio de los sustantivos abstractos (propio de textos en los
que prevalecen las ideas): “plenitud”, “la poesía, la épica, la comicidad, la
imaginación, el miedo, el amor, la tragedia”…., y sustantivos patronímicos para
poder ejemplificar sus argumentos: “Méliès, Keaton, Chaplin, Lubitsch…”.
Los
verbos están utilizados en pasado en la parte expositiva para referirse a
realidades de hace 120 años: “congregaron” o “fueron”, y en la parte
argumentativa en presente y en futuro: “debe dar”, “identificamos”, “dispongo”,
“estará” u “ocurrirá”, de indicativo y con una significado léxico de estado o
proceso.
El
registro es estándar, con expresiones que, sin llegar a ser coloquiales, (alguna
como “practicar esa cosa”) son ajenas al nivel culto de la lengua “Solo lo
podría comparar al amor correspondido. Con la diferencia, de que este, antes o
después, puede acabarse y el cine siempre estará ahí.” Es un texto cuyo
contenido se entiende perfectamente, con un lenguaje conocido sin tecnicismos
ni cultismos. Otro ejemplo del nivel estándar es el uso excesivo de oraciones
coordinadas: “Y nueve meses después…”, “Y cuenta la historia…”, “Y les
homenajea…”, “Y, por supuesto,…”, “Y no sabemos…”, “Y en formatos…” o “Y debe
de ser…”. Si hubiera buscado el nivel culto, el texto estaría lleno de
subordinadas causales, consecutivas, concesivas… Encontramos alguna por
supuesto (“aunque se suponga”) o figuras literarias, como enumeraciones o una metáfora,
pero no son definitivas.