“Tierra de labranza. Olivos y almendros
subiendo por las laderas; arboledas recónditas junto a los casales; el árbol de
olor del Paraíso; un ciprés y la vid en el portal; piteras, girasoles, geranios
cerrando la redondez de la noria; escalones de viña; felpas de pinares; la
escarpa cerril; las frentes desnudas de los montes, rojas y moradas, esculpidas
en el cielo; y en el confín, el peñascal de Calpe, todo de grana, con pliegues
gruesos, saliendo encantadoramente del mar; una mar lisa, parada, ciega,
mirando al sol redondo que forja de cobre lo más íntimo y pastoso de un
sembrado, un tronco viejo, una arista de roca, un pañal tendido, y, encima de
todo, el aliento de la anchura, el vaho de sal y de miel del verano levantino
cuando cae la tarde. Y entonces Sigüenza percibe el grito interior sobrecogido:
“¡Campo mío!” Ya se ve, sin verse, en el agua de los riegos que corría, que la
cal de los cortinales, en el temblor de los chopos, en el azul, en todo lo que
le rodeaba. Como en esa tarde vino en aquel tiempo. El olor de los viejos
campos de la Marina, como el olor de su casa familiar en la felicidad de los
veranos de su primera juventud. Pero no pareciendo que “fuese ayer”, o
pareciéndolo precisamente porque entonces sentimos todo lo contrario. Y porque
nos oprime la verdad del tiempo devanado tuvo más fuerza alucinante la emoción
de esta hora que se había quedado inmóvil para Sigüenza desde entonces. Y hasta
hizo un ademán suave de tocarla, de empujarla, queriendo que volviese a caminar
a su lado. Una lente lírica le acercaba a sí mismo. En ese algarrobo
desgarrado, en aquella quebrada, en un contorno de una colina, en una
tonalidad, en un rasgo preciso, debió de dejarse más hincada su mirada, y
ahora, entre todo, se le presentaba, no el recuerdo óptico y casuístico, sino
la misma mirada, la sensación de su vida, que se había envejecido allí, y ahora
le salía para verle pasar, a veinte años de distancia....”
• Casal. Casería, casa de campo
(con edificios dependientes y fincas rústicas unidas o cercanas a ella).
Pitera: Pita (planta)
• Felpa. Tejido de seda, algodón,
etc., que tiene pelo por la haz. (Felpar. Cubrir con vello u otra cosa a manera
de felpa).
• Escarpa. Declive áspero de
cualquier terreno.
• Cerril. Aplicase al terreno
áspero y escabroso.
• Cortinal. Pedazo de tierra
cercado, inmediato a pueblo o casa de campo, que ordinariamente se siembra
todos los años.