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martes, 4 de febrero de 2020

EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO (I)


IDEAS GENERALES

MARCO HISTÓRICO
Dos reinados se reparten el siglo: Carlos I (1517-1556) y Felipe II (1556-1598). España construye su imperio y ejerce la hegemonía mundial.

MARCO SOCIAL Y CULTURAL

Se consagra el absolutismo real. Sometida a él, la aristocracia se jerarquiza estrictamente y ocupa el último lugar los hidalgos, orgullosos y normalmente pobres. La Iglesia tiene un gran poder. Se desarrolla la burguesía, obstinada en ennoblecerse. Las clases populares vivieron años de prosperidad  hasta que a partir de 1550 empezaron a empobrecerse; de ahí la abundante mendicidad y la picaresca. Se desarrolló una enfermiza preocupación por la limpieza de sangre, es decir, por no tener ascendientes judíos o moros.

CRISIS IDEOLÓGICA DEL RENACIMIENTO: REFORMA PROTESTANTE Y HUMANISMO 

A)    REFORMA PROTESTANTE

La Reforma rompe la unidad cristiana de la Edad Media, apartando de la Iglesia católica a países como Alemania, Inglaterra, Suiza y Países Bajos. España defiende el Papado en el terreno político, e induce la convocatoria del Concilio de Trento.
El protestantismo, sobre todo en su versión calvinista, estableció que el hombre estaba predestinado a condenarse o a salvarse desde su nacimiento.
Simultáneamente, el catolicismo emprende su propia reforma (Contrarreforma). Se busca una espiritualidad nueva que lo devuelva a la pureza evangélica. A esto obedece la fundación de nuevas órdenes religiosas como la Compañía de Jesús (Ignacio de Loyola) y la reforma de otras como los carmelitas (Teresa de Jesús y Juan de la Cruz).
La inquietud religiosa es enorme y brotan frecuentes herejías de orientación protestante o no. La Inquisición las persiguió, así como cualquier rastro de judaísmo o islamismo. Todo esto es algo común a toda Europa (matanza de San Bartolomé en Francia o ejecución de Tomás Moro en Inglaterra).
En Trento, nuestros teólogos combatieron la doctrina protestante y reafirmaron la doctrina católica tradicional según la cual el hombre es responsable, con su conducta, de su salvación o de su condena.

B)    EL HUMANISMO: PETRARCA Y ERASMO

Ø        Francesco Petrarca (1304-1374) quiso devolver a Italia su antiguo esplendor, proponiéndole el modelo de la Roma clásica. Escribió en latín e italiano. Sus obras latinas influyeron en el siglo XV, pero en el XVI tuvo mayor repercusión su obra italiana, sobre todo el Canzoniere, impresionante conjunto de poemas de amor inspirados por la vida y muerte de su amada Laura. Su influencia, tanto en temas como en métrica, que reciben los poetas españoles (como Garcilaso de la Vega), franceses e ingleses, marca la aparición del Renacimiento en la literatura de estos países.

Ø     Erasmo de Rotterdam (1467-1536) fue el humanista del siglo XVI más influyente en Europa. Contribuyó a la difusión de los clásicos y fue fustigador de las malas costumbres eclesiásticas. Propugnó una espiritualidad cristiana más auténtica y fue sospechoso de contactos con el protestantismo, pero nunca se incorporó a la Reforma. Las ideas morales y religiosas de Erasmo penetraron profundamente en ciertos sectores intelectuales españoles dando origen al erasmismo español. Este pensamiento impregna una parte considerable de nuestra literatura. Entre sus obras destaca Elogio de la locura.

Ø        El Humanismo se extenderá en los siglos XV y XVI por toda Europa. Un notable humanista español fue Elio Antonio de Nebrija, creador de la primera gramática del castellano en 1492, que fue además la primera gramática de una lengua vulgar en Europa. Otro fue Tomás Moro (inglés) que escribió Utopía.

Ø        Los humanistas hablan de la dignidad del hombre (antropocentrismo), independizan la filosofía de la teología y desean que la razón actúe en temas antes reservados a la fe. Emprenden la restauración de los ideales clásicos, mediante la recuperación y estudio de textos griegos y romanos olvidados, y, cuando la imprenta se inventó, a su difusión en libros.

EL RENACIMIENTO

Es un movimiento europeo que, a lo largo del siglo XVI, aplica los ideales difundidos por los humanistas a todas las actividades culturales: pintura, escultura, arquitectura, literatura, historia, filosofía, música, política…
            Se crean los estados modernos, las naciones, que aspiran a ser “nuevas Romas”. Por ello, aunque la veneración por el latín es total, se impulsa el cultivo literario de las lenguas propias de cada país. Y se aspira a que las lenguas nacionales alcancen la elegancia y dignidad de la latina.
            Sobre todas las literaturas europeas influyen los escritores latinos (Horacio, Virgilio, Séneca, Cicerón…) y el italiano Petrarca.

LA LITERATURA RENACENTISTA ESPAÑOLA
        
    Presenta una separación perfecta entre literatura profana y religiosa.

            En la literatura profana encontramos:
·        En la lírica: se adoptan los motivos poéticos y la métrica del petrarquismo italiano.
·        En la narración: persiste el gusto por los libros de caballerías; pero nacen dos géneros netamente españoles: la novela picaresca y la novela morisca. Y se incorporan la novela pastoril, de imitación italiana, y la novela bizantina. Cierra el siglo la figura ingente de Cervantes.

La literatura religiosa, de calidad excepcional tanto en prosa como en verso, se manifiesta con escritores de la talla de fray Luis de León, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz, con el desarrollo de la ascética y de la mística. 

EL TEATRO RENACENTISTA

            La única obra de teatro medieval conservada es el Auto de los Reyes Magos (siglo XII). Sin duda hubo más textos que se han perdido.
            Del siglo XV tenemos una Representación del nacimiento de Nuestro Señor, escrita en verso por Gómez Manrique (tío del genial poeta Jorge Manrique).
            A finales del XV aparece Juan del Encina, el cual escribe sus Églogas, aún inspiradas en asuntos religiosos y más tarde Lucas Fernández. Las obras de ambos se representaban en palacios o en la Universidad de Salamanca.
            Hacia 1535 vienen a actuar en España compañías de cómicos italianos que traen su propio repertorio, las Comedias del arte, y que alcanzan un gran éxito. Lope de Rueda, influido por estas, funda la primera compañía teatral española y recorre el país representando comedias propias, y en los entreactos de estas, intercala sus famosos Pasos: obritas cortas, con personajes populares y argumento cómico, que constituyen el precedente de los entremeses. Entre ellos destaca Las aceitunas y La tierra de Jauja.
            A lo largo del siglo XVI, se suceden los intentos para hallar fórmulas teatrales que satisfagan al público, en especial, tragedias. Se adoptan modelos latinos –Séneca, sobre todo- y los temas son de abolengo clásico o tomados de la historia nacional. Aparecen autores como Juan de la Cueva y Cervantes con Numancia.
            Pero todos estos intentos quedan superados por Lope de Vega (1562-1635) que crea la fórmula de la comedia nacional, recibida con entusiasmo por el público, y que, desde fines del siglo XVI hasta el siglo XVIII estará vigente en la escena española con continuadores como Tirso de Molina y Calderón de la Barca.
           

EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO (II)


LA LITERATURA ESPAÑOLA EN SU PRIMER SIGLO DE ORO

1.- LA POESÍA LÍRICA PETRARQUISTA

Ø     MÉTRICA
           
     En la lírica se produce la primera manifestación del Renacimiento. La aparición del influjo italiano (dejando aparte el desafortunado intento del marqués de Santillana en sus Sonetos fechos al itálico modo, en el siglo XV) tiene un momento preciso: tras el enlace entre el emperador Carlos I y la princesa Isabel de Portugal, se encontraron en Granada en 1526 el escritor barcelonés Juan Boscán y el diplomático veneciano Andrea Navagiero. Este lo persuadió para que adoptara en español los temas y los metros que se cultivaban en su país. Boscán los ensayó con éxito, y convenció a su amigo el toledano Garcilaso de la Vega para que lo imitara.
    Los metros que Boscán y Garcilaso introducen en nuestra poesía son el endecasílabo y combinaciones del endecasílabo y del heptasílabo. Y triunfan diversas estrofas como el soneto, la lira, la estancia, los tercetos encadenados y la octava real.

Ø     TEMAS Y TÓPICOS:

Ese cambio en las formas va unido a un cambio en los contenidos. Estos siguen refiriéndose al amor, pero con la notable novedad de la sinceridad de los sentimientos.

a)      El amor: Dios, que es la belleza y la bondad supremas, se derrama en todas las criaturas, por lo que la amada es reflejo de la divinidad. El amor es un acto de adoración, pero la amada responde con indiferencia y se muestra esquiva. Ante esto, el enamorado siente un dolor insufrible, pero al mismo tiempo gozoso.
b)   La belleza de la amada: Se la describe físicamente (de la cabeza a los hombros) y sus rasgos son: cabellos rubios, piel blanca, frente tersa, ojos radiantes y claros, mejillas sonrosadas, labios rojos, dientes blancos y cuello erguido, pero a través de metáforas ascendentes: oro, lirio, esmeraldas, rosa, rubí o clavel, perlas y cristal.
c)      Carpe diem “aprovecha el día”: El poeta se dirige a una joven instándola a gozar de su juventud antes de que el tiempo marchite su belleza. En latín lo utilizaron Horacio o Ausonio “collige virgo rosas”.
d)      Locus amoenus “lugar ameno”: Desde Virgilio con sus Bucólicas y Geórgicas, el paisaje ideal para el encuentro amoroso o para que el poeta se refugie y llore el rechazo de la amada, está compuesto por: una arboleda, una fuente o un arroyo, un prado donde pasta el ganado, una brisa suave y unos pájaros que entonan sus trinos. La naturaleza se muestra más humana que la propia amada y se convierte en la confidente perfecta para la aflicción.
e)      La mitología: Ovidio con sus Metamorfosis presta al poeta renacentista todo la belleza de los mitos clásicos, pero también este ve en estas historias su propio dolor y conflicto amoroso.

Ø     POETAS RENACENTISTAS:
a)      Tema amoroso petrarquista:

Juan Boscán, Garcilaso de la Vega, Gutierre de Cetina y Fernando de Herrera.


2.- LA POESÍA MORAL Y RELIGIOSA

             Fray Luis de León rechaza la temática amorosa de los petrarquistas, pero adopta sus formas para escribir una poesía de profundo valor moral y cristiano con influjo de los grandes poetas latinos, sobre todo de Horacio.

Ø     TEMAS Y TÓPICOS:

            Beatus ille (“dichoso aquel”): Deseo de abandonar el mundo de la ciudad, con sus intrigas y ambiciones, para refugiarse en el campo o en la naturaleza, en cuya sencillez encuentra el poeta la felicidad.
          Aurea mediocritas (“dorada medianía”): Felicidad basada en una vida en la que no se destaca, evitando así las envidias y los problemas que origina el brillo del éxito.
Ø     LA MÍSTICA Y LA ASCÉTICA:
En el siglo XVI aparece tardíamente en España una literatura ascética y mística, cuyo esplendor se había producido en otros países un siglo antes.
La literatura ascética se ocupa de los esfuerzos que el espíritu debe realizar para alcanzar la perfección moral.
La literatura mística trata, en prosa o en verso, de los fenómenos, difícilmente describibles, que experimentan algunas personas (las místicas) al entrar el alma, a través de la oración, en contacto directo con Dios.
La ascética es una parte de la mística: todo místico debe ser un asceta. Pero no todos los ascetas logran vivir experiencias místicas. Estas son un regalo de Dios a almas absolutamente excepcionales.
o     VÍAS MÍSTICAS: Según los místicos, el alma, hasta llegar a la unión con Dios, pasa por tres fases o vías:
·        Vía purgativa: mediante la penitencia, el alma se limpia, se desentiende del mundo y solo ansía la presencia de Dios.
·        Vía iluminativa: la ilumina un saber especial, nada parecido al saber mundano, cuando se ha sometido en todo a la voluntad divina.
·        Vía unitiva: se funde con Dios mismo, produciéndose el éxtasis, en el que se anulan todos los sentidos. El gozo que se produce es inefable (no se puede describir o explicar con palabras). En otras culturas se denomina nirvana y en español también recibe el nombre de arrobamiento.
Geniales escritores místicos fueron santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz.

Al ser una experiencia inefable, utiliza el símbolo, la alegoría, la paradoja, la antítesis y el oxímoron para intentar transmitir las sensaciones vividas.

3.- LA PROSA NARRATIVA

Ø    LOS LIBROS DE CABALLERÍAS

Durante la primera mitad del siglo, el género novelesco dominante fue el de los libros de caballerías, que son el resultado de una transformación fantasiosa de los poemas épicos medievales, sobre todo franceses.
El más importante fue el Amadís de Gaula, que, en 1508, había arreglado Garci Rodríguez de Montalvo, basándose en una versión medieval hoy desaparecida. El género caballeresco tuvo muchos cultivadores –eran las “películas de héroes” de aquel momento-, muchas veces disparatados, que gozaron del favor popular. Tales libros fueron censurados por los moralistas porque eran engañosos y excitaban perniciosamente la imaginación. Dejaron de escribirse (pero no de leerse) cuando Cervantes publicó el Quijote contra ellos.

Ø    NUEVOS GÉNEROS NARRATIVOS

A mediados del siglo XVI surgen otros géneros novelescos: la novela pastoril, la novela morisca, la novela bizantina y la novela picaresca.

o       La novela pastoril: Creado el género en Italia por Jacopo Sannazaro, cuya novela Arcadia fue traducida e imitada en toda Europa, presenta a unos pastores refinados que en un campo idealizado aman, padecen de celos, lloran, sufren encantamientos, alcanzan unos el amor de sus pastoras, y otros lo pierden irremisiblemente. La expresión es exquisita y artificiosa. La primera novela pastoril que se publicó en España fue La Diana, del escritor portugués (aunque escribió en castellano) Jorge de Montemayor. Tuvo este género cultivadores excepcionales como Cervantes con La Galatea y Lope de Vega con La Arcadia, ya entrado el siglo XVII.

o       La novela bizantina: De origen griego (Bizancio), describe las fantásticas aventuras de dos amantes por tiempos y lugares imaginarios, hasta que logran reunirse. Las más interesantes son del siglo XVII: Persiles de Cervantes y El peregrino en su patria de Lope de Vega.

o       La novela morisca: La primera novela fue Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa, de autor desconocido. Estas novelas, típicamente españolas, narran imaginarias peripecias entre cristianos y moros, que rivalizan en cortesía y gentileza durante la Reconquista.

o       La novela picaresca: Es el más importante de los géneros narrativos del Renacimiento. Lo crea una novela anónima, genial, el Lazarillo de Tormes, publicada en 1554. La segunda aportación al género es la Vida del pícaro Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán en 1599. Y, ya en el XVII, en pleno Barroco, Quevedo publicará El Buscón.

Los rasgos principales del género picaresco (de la novela) son:

-         El protagonista, hombre o mujer, narra su propia vida (relato autobiográfico) desde la infancia. La narrativa hasta entonces solo contaba con protagonistas adultos.
-         Se cuenta la historia por episodios.
-         La acción es itinerante; el pícaro va de amo en amo.
-         Se cuenta la historia desde un conocido final (en el Lazarillo, el “caso”).
-         Hay una evolución desde la niñez a la madurez.
-         No narra sucesos fantásticos, sino verosímiles.

Las características del pícaro, del protagonista son:

-         Es hijo de padres sin honra, y comienza lo obra declarándolo cínicamente.
-         Es ladrón y utiliza tretas para robar. Es un antihéroe.
-         Trabaja como criado de muchos amos (lo que permite criticar distintas clases sociales).
-         Actúa por móviles inmediatos, como el hambre y el miedo.
-         Aspira a ascender o medrar en la escala social, aunque no lo consigue completamente.
-         Tiene el código del honor deformado.
-         Suerte y desgracia se alternan en su vivir.

La novela picaresca española induce el nacimiento de la llamada novela moderna, por tratar de asuntos de la realidad contemporánea en un espacio identificable y en un tiempo concreto.
        
      

EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO (III)


GARCILASO DE LA VEGA

1.- VIDA

Nació en Toledo (h. 1501), en una familia ilustre. Intervino en la guerra de las Comunidades a favor de Carlos I. Como soldado intervino en diversas campañas imperiales y estuvo cerca del emperador. Ya casado, se enamoró de Isabel Freire, dama de la emperatriz, que iba a inspirar gran parte de su poesía, aunque últimamente esto se está cuestionando. No fue correspondido e Isabel contrajo matrimonio, con desesperación del enamorado. Vivió en Italia dos años lo que le sirvió para profundizar en las novedades de origen italiano. Se distanció del emperador y sufrió destierro, aunque siguió sirviéndole. En 1533 murió Isabel y el poeta la evocó en versos conmovedores. Murió en Niza en 1536 a causa de las heridas sufridas al intentar escalar una fortaleza en acción de guerra contra Francia.

2.- OBRA

            La producción literaria de Garcilaso, exclusivamente poética, es muy breve. En metro italiano escribió: una oda, una epístola, dos elegías, tres églogas, cuatro canciones y treinta y ocho sonetos. En su mocedad había escrito a la manera cancioneril en octosílabos; pero se conservan muy pocas de estas composiciones.
            No publicó ni un solo verso en vida. Al morir su amigo, Juan Boscán, la viuda de este imprimió los textos de ambos en un solo volumen (1543). Pronto, sus poesías se publicaron aparte y comenzó su reconocimiento y la admiración hacia su poesía.

3.- SIGNIFICADO DE SU OBRA

            Cuando Juan Boscán, instigado a su vez por el embajador Navagiero, le hace leer los poetas italianos y entre ellos a Petrarca, queda deslumbrado. Allí no hay juegos de palabras (como ocurría en la poesía de los Cancioneros), sino un corazón enamorado que trata de comunicar al lector emociones sinceras. No se trata de exhibir ingenio, sino de que dos espíritus, el del poeta y el del lector, se fundan en un mismo sentimiento.
            Por otra parte, el endecasílabo, combinado o no con el heptasílabo, concedía mayor espacio al discurso que el octosílabo. Se podía manifestar con mayor naturalidad. Incluso las rimas, que en los Cancioneros eran muy sonoras, se atenuaban en la poesía italiana (Garcilaso utilizará siempre rimas “fáciles”: -ía, -ado, ido, ura, etc.). Y las estrofas, tan perfectas, en especial el soneto, permitían un juego más libre.
            Garcilaso aprende, en definitiva, que la forma poética no debe prevalecer sobre la emoción lírica. Y hace algo más que introducir los metros italianos: instala en nuestra literatura, para siempre, un lirismo que busca la comunión de sentimientos con el lector. Con él comienza la lírica española moderna. Es el fundador y maestro de la poesía amorosa.

4.- EL LENGUAJE DE GARCILASO

            En su tiempo, el castellano está experimentando importantes cambios fonéticos. Y también pugnan en el uso viejas y nuevas palabras. Garcilaso, con buen instinto idiomático, opta normalmente por las formas que acabarán prevaleciendo en nuestro idioma. Ello contribuye a que siempre haya sido leído con facilidad.
            Su revolución encontró resistencias entre los partidarios del octosílabo tradicional, Los ausaban a él y a Boscán de “traidores”, de que sus versos resultaban “blandos” y de que no se sabía “si eran verso o prosa”.

SONETOS

Soneto XXIII (pág. 213 del libro)

Soneto IV

    Un rato se levanta mi esperanza,
mas cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,*              *a mi pesar
libre el lugar a la desconfianza.

     ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? Oh corazón cansado,
esfuerza* en la miseria de tu estado,                   *saca fuerzas
que tras fortuna* suele haber bonanza!              *adversidad

     Yo mismo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;

     muerte, prisión no pueden, ni embarazos,*   *obstáculos
quitarme* de ir a veros como quiera,                  *impedirme
desnudo espíritu u hombre en carne y hueso.

Soneto V

     Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribisteis; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.

     En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

     Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;

     cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Soneto XIII

   A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu’el oro escurecían;

     de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo ’staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

     Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

     ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

*La lira

Entre las estrofas que Garcilaso introdujo en nuestra poesía, tomándolas de la italiana, tuvo singular fortuna la lira, compuesta de versos endecasílabos y heptasílabos (7a 11B 7a 7b 11B). La utilizó en un solo poema, la Oda a la flor de Gnido, cuyo primer verso contiene la palabra lira, que, en nuestra literatura dio nombre a tal estrofa.

   Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que, en un momento,
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento…

         Está dirigida a una dama napolitana que vivía en el barrio Gnido.

         Esta estrofa, de escasa importancia en Italia, fue genialmente empleada por nuestros poetas, entre ellos fray Luis de León y San Juan de la Cruz.

*Las églogas

         Son poemas bucólicos en que dos o más pastores expresan alternativamente sus quejas amorosas. La Égloga I es la más célebre de Garcilaso. Consta de 421 versos, distribuidos en estancias (estrofas de endecasílabos y heptasílabos, con orden fijado por el poeta, que se repite a lo largo del poema).
         En ella, Salicio lamenta el desdén y la infidelidad de Galatea, y Nemoroso evoca su amor por Elisa y llora su muerte, con versos de incalculable belleza. Tras ambos pastores se encuentra Garcilaso que canta las dos circunstancias de su relación con Isabel Freire: su matrimonio y su fallecimiento tras un parto.

Égloga I

 El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,                   
(de pacer olvidadas) escuchando. (…)

Salicio:
  
    ¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;                   
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,                                     
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.(…)     

Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento                  
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
¡Ay, cuánto me engañaba!                   
¡Ay, cuán diferente era
y cuán de otra manera
lo que en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja, repitiendo                  
la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (…)    

Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?                   
¿Cuál es el cuello que, como en cadena,
de tus hermosos brazos anudaste?
No hay corazón que baste,
aunque fuese de piedra,
viendo mi amada hiedra,                            
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no se esté con llanto deshaciendo
hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (…)

Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que se inclinan:
las aves que me escuchan, cuando cantan,                   
con diferente voz se condolecen,
y mi morir cantando me adivinan.
Las fieras, que reclinan
su cuerpo fatigado,
dejan el sosegado                                     
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí te endureciste,
los ojos aún siquiera no volviendo
a lo que tú hiciste.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (…)        

Nemoroso:

      Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,                   
verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno                                                 
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría                  
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.

      Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso, en el reposo
estuve ya contento y descansado.                                         
¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,
que despertando, a Elisa vi a mi lado.
¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada,                                       
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
que es más que el hierro fuerte,                   
pues no la ha quebrantado tu partida. (…)

      ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
que había de ver con largo apartamiento                   
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores?
El cielo en mis dolores
cargó la mano tanto,
que a sempiterno llanto                                       
y a triste soledad me ha condenado;
y lo que siento más es verme atado
a la pesada vida y enojosa,
solo, desamparado,
ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa. (…)

Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,                   
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
y en la tercera rueda,                                                
contigo mano a mano,
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
do descansar y siempre pueda verte                   
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte? (…)