Desde la Edad Media, en la procesión
del Corpus se representaban obras con
temas religiosos muy diversos. Poco a poco, se fue imponiendo, como tema más
adecuado a la fiesta del día, la exaltación
de la Eucarístía. Las obras que lo desarrollan se denominan autos sacramentales.
En los siglos XVI y XVII, las ciudades rivalizaban en dar mayor esplendor
a tal fiesta; para lo cual contrataban las mejores compañías y encargaban autos a los mejores autores de
comedias, que se representaban en tablados o carros al paso de la
procesión.
Lope compuso muchas de esas obras,
pero quién alcanzó la mayor perfección en el género fue Calderón de la Barca.
Los autos sacramentales eran obritas en un acto y en verso, con personajes alegóricos (la Idolatría, el Pecado, la Bondad, la Iglesia…), que
desarrollaban, también alegóricamente, un
argumento espiritual (normalmente, la salvación del hombre por Cristo), y
que acababan con una exaltación y
adoración de la Eucaristía.
Los principales autos de Calderón de la Barca son: El gran teatro del mundo, La cena del rey Baltasar y La vida es sueño (distinto de la
comedia).
No hay comentarios:
Publicar un comentario