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miércoles, 8 de enero de 2014

LA CELESTINA


LA CELESTINA de Fernando de Rojas

 La Celestina es la obra más importante de la literatura española, si descontamos el Quijote.

PROBLEMAS TEXTUALES: DE LA COMEDIA A LA TRAGICOMEDIA

La primera edición se publicó en Burgos en 1499. Constaba de dieciséis actos, que se mantuvieron en las ediciones de Toledo y Salamanca (1500). La obra se titulaba Comedia de Calisto y Melibea.

Al frente lleva una carta de El auctor a un su amigo, donde dice que, estando en Salamanca, llegó a sus manos el primer acto de la obra, escrito por un desconocido. Y que, entusiasmado al leerlo, decidió continuar la obra, propósito que cumplió en quince días.

En los preliminares figura también un poema en versos acrósticos (son aquellos cuyas primeras letras leídas verticalmente, componen un nombre o una frase), en que se lee: El bachiller Fernando de Rojas acabó la comedia de Calisto y Melibea y fue nacido en la Puebla de Montalbán.

Las ediciones hechas en Sevilla, Toledo y Salamanca, de 1502, se titulan ya Tragicomedia de Calisto y Melibea; y esta tiene cinco actos más, es decir, un total de veintiuno. La Tragicomedia constituye, pues, el texto definitivo.

¿ES VERDAD LO QUE DICEN LOS PRELIMINARES?

 
          La crítica del siglo XIX no los creyó, aduciendo que una obra tan perfecta tenía que haber salido de una sola mano. Es más se llegó a sospechar que el nombre de Fernando de Rojas ocultaba al autor verdadero, que no quiso dar su nombre por la crudeza del texto.
         La crítica más reciente confirma la veracidad de la carta. El acto I está escrito en un estilo más conciso y en párrafos más cortos. Y sus fuentes son distintas de las que se observan en los demás actos. Pertenece, pues, a un autor desconocido.

         Los quince actos restantes de la Comedia  y los cinco añadidos de la Tragicomedia pueden atribuirse, sin vacilación, a Fernando de Rojas.


Fernando de Rojas

Desde hace un siglo, poseemos datos seguros acerca de este escritor. Sabemos, en efecto, que nació en Puebla de Montalbán (Toledo), hacia 1475. Que fue converso (judío convertido al catolicismo) o de familia conversa; que estudió Leyes de Salamanca; que fue Alcalde Mayor de Talavera de la Reina en 1538; y que poseyó una notable biblioteca, en la cual figuraban algunos libros que Petrarca escribió en latín, cuya huella es tan abundante en La Celestina a partir del segundo acto. En un documento se le nombra, además, como autor de dicha obra.

Trascendencia de La Celestina

         La obra de Rojas debe su trascendencia al vigor con que los personajes viven pasiones incontenibles, llevadas al extremo de un desenlace trágico.

         En primer lugar, la pasión del amor físico entre los jóvenes protagonistas, Calisto y Melibea, a quienes circunstancias desconocidas no permiten una relación pública. Para entablar conocimiento, y para satisfacer sus deseos después, se valen de los servicios de una vieja, Celestina, que explota su amor y su lujuria.

         Este personaje, de hondas raíces medievales (su antecedente es la Trotaconventos, del Libro de Buen Amor) encarna la pasión de la codicia. Rojas ha sabido crearlo con una potencia que lo convierte en uno de los grandes personajes de la literatura mundial. A la codicia, que ejercita con cuantos la rodean, se une su falta de sentido moral, servida por una astucia, unas veces sutil, otras grosera, y siempre despiadada.

         El ambiente burgués de Calisto y Melibea se opone aparentemente al de los criados y la gente del prostíbulo. Y sólo aparentemente porque únicamente se diferencian en las formas. La lujuria y la falta de conciencia moral son comunes a ambos. Fernando de Rojas por vez primera en la literatura mundial, hace que personajes “nobles” y “plebeyos” convivan en una misma obra, dando a ambos idéntica importancia.

         El camino hacia el realismo estaba abierto. Y, además, con suma crudeza. De La Celestina dijo Cervantes: “Libro a mi entender divino, si encubriera más lo humano.”

 

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