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martes, 4 de febrero de 2020

EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO (III)


GARCILASO DE LA VEGA

1.- VIDA

Nació en Toledo (h. 1501), en una familia ilustre. Intervino en la guerra de las Comunidades a favor de Carlos I. Como soldado intervino en diversas campañas imperiales y estuvo cerca del emperador. Ya casado, se enamoró de Isabel Freire, dama de la emperatriz, que iba a inspirar gran parte de su poesía, aunque últimamente esto se está cuestionando. No fue correspondido e Isabel contrajo matrimonio, con desesperación del enamorado. Vivió en Italia dos años lo que le sirvió para profundizar en las novedades de origen italiano. Se distanció del emperador y sufrió destierro, aunque siguió sirviéndole. En 1533 murió Isabel y el poeta la evocó en versos conmovedores. Murió en Niza en 1536 a causa de las heridas sufridas al intentar escalar una fortaleza en acción de guerra contra Francia.

2.- OBRA

            La producción literaria de Garcilaso, exclusivamente poética, es muy breve. En metro italiano escribió: una oda, una epístola, dos elegías, tres églogas, cuatro canciones y treinta y ocho sonetos. En su mocedad había escrito a la manera cancioneril en octosílabos; pero se conservan muy pocas de estas composiciones.
            No publicó ni un solo verso en vida. Al morir su amigo, Juan Boscán, la viuda de este imprimió los textos de ambos en un solo volumen (1543). Pronto, sus poesías se publicaron aparte y comenzó su reconocimiento y la admiración hacia su poesía.

3.- SIGNIFICADO DE SU OBRA

            Cuando Juan Boscán, instigado a su vez por el embajador Navagiero, le hace leer los poetas italianos y entre ellos a Petrarca, queda deslumbrado. Allí no hay juegos de palabras (como ocurría en la poesía de los Cancioneros), sino un corazón enamorado que trata de comunicar al lector emociones sinceras. No se trata de exhibir ingenio, sino de que dos espíritus, el del poeta y el del lector, se fundan en un mismo sentimiento.
            Por otra parte, el endecasílabo, combinado o no con el heptasílabo, concedía mayor espacio al discurso que el octosílabo. Se podía manifestar con mayor naturalidad. Incluso las rimas, que en los Cancioneros eran muy sonoras, se atenuaban en la poesía italiana (Garcilaso utilizará siempre rimas “fáciles”: -ía, -ado, ido, ura, etc.). Y las estrofas, tan perfectas, en especial el soneto, permitían un juego más libre.
            Garcilaso aprende, en definitiva, que la forma poética no debe prevalecer sobre la emoción lírica. Y hace algo más que introducir los metros italianos: instala en nuestra literatura, para siempre, un lirismo que busca la comunión de sentimientos con el lector. Con él comienza la lírica española moderna. Es el fundador y maestro de la poesía amorosa.

4.- EL LENGUAJE DE GARCILASO

            En su tiempo, el castellano está experimentando importantes cambios fonéticos. Y también pugnan en el uso viejas y nuevas palabras. Garcilaso, con buen instinto idiomático, opta normalmente por las formas que acabarán prevaleciendo en nuestro idioma. Ello contribuye a que siempre haya sido leído con facilidad.
            Su revolución encontró resistencias entre los partidarios del octosílabo tradicional, Los ausaban a él y a Boscán de “traidores”, de que sus versos resultaban “blandos” y de que no se sabía “si eran verso o prosa”.

SONETOS

Soneto XXIII (pág. 213 del libro)

Soneto IV

    Un rato se levanta mi esperanza,
mas cansada de haberse levantado,
torna a caer, que deja, a mal mi grado,*              *a mi pesar
libre el lugar a la desconfianza.

     ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza
del bien al mal? Oh corazón cansado,
esfuerza* en la miseria de tu estado,                   *saca fuerzas
que tras fortuna* suele haber bonanza!              *adversidad

     Yo mismo emprenderé a fuerza de brazos
romper un monte que otro no rompiera,
de mil inconvenientes muy espeso;

     muerte, prisión no pueden, ni embarazos,*   *obstáculos
quitarme* de ir a veros como quiera,                  *impedirme
desnudo espíritu u hombre en carne y hueso.

Soneto V

     Escrito está en mi alma vuestro gesto
y cuanto yo escribir de vos deseo:
vos sola lo escribisteis; yo lo leo
tan solo que aun de vos me guardo en esto.

     En esto estoy y estaré siempre puesto,
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

     Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;

     cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

Soneto XIII

   A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu’el oro escurecían;

     de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo ’staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

     Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.

     ¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

*La lira

Entre las estrofas que Garcilaso introdujo en nuestra poesía, tomándolas de la italiana, tuvo singular fortuna la lira, compuesta de versos endecasílabos y heptasílabos (7a 11B 7a 7b 11B). La utilizó en un solo poema, la Oda a la flor de Gnido, cuyo primer verso contiene la palabra lira, que, en nuestra literatura dio nombre a tal estrofa.

   Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que, en un momento,
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento…

         Está dirigida a una dama napolitana que vivía en el barrio Gnido.

         Esta estrofa, de escasa importancia en Italia, fue genialmente empleada por nuestros poetas, entre ellos fray Luis de León y San Juan de la Cruz.

*Las églogas

         Son poemas bucólicos en que dos o más pastores expresan alternativamente sus quejas amorosas. La Égloga I es la más célebre de Garcilaso. Consta de 421 versos, distribuidos en estancias (estrofas de endecasílabos y heptasílabos, con orden fijado por el poeta, que se repite a lo largo del poema).
         En ella, Salicio lamenta el desdén y la infidelidad de Galatea, y Nemoroso evoca su amor por Elisa y llora su muerte, con versos de incalculable belleza. Tras ambos pastores se encuentra Garcilaso que canta las dos circunstancias de su relación con Isabel Freire: su matrimonio y su fallecimiento tras un parto.

Égloga I

 El dulce lamentar de dos pastores,
Salicio juntamente y Nemoroso,
he de contar, sus quejas imitando;
cuyas ovejas al cantar sabroso
estaban muy atentas, los amores,                   
(de pacer olvidadas) escuchando. (…)

Salicio:
  
    ¡Oh más dura que mármol a mis quejas,
y al encendido fuego en que me quemo
más helada que nieve, Galatea!,
estoy muriendo, y aún la vida temo;                   
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay, sin ti, el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,                                     
y de mí mismo yo me corro agora.
¿De un alma te desdeñas ser señora,
donde siempre moraste, no pudiendo
de ella salir un hora?
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.(…)     

Por ti el silencio de la selva umbrosa,
por ti la esquividad y apartamiento                  
del solitario monte me agradaba;
por ti la verde hierba, el fresco viento,
el blanco lirio y colorada rosa
y dulce primavera deseaba.
¡Ay, cuánto me engañaba!                   
¡Ay, cuán diferente era
y cuán de otra manera
lo que en tu falso pecho se escondía!
Bien claro con su voz me lo decía
la siniestra corneja, repitiendo                  
la desventura mía.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (…)    

Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos ¿a quién los volviste?
¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?                   
¿Cuál es el cuello que, como en cadena,
de tus hermosos brazos anudaste?
No hay corazón que baste,
aunque fuese de piedra,
viendo mi amada hiedra,                            
de mí arrancada, en otro muro asida,
y mi parra en otro olmo entretejida,
que no se esté con llanto deshaciendo
hasta acabar la vida.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (…)

Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que se inclinan:
las aves que me escuchan, cuando cantan,                   
con diferente voz se condolecen,
y mi morir cantando me adivinan.
Las fieras, que reclinan
su cuerpo fatigado,
dejan el sosegado                                     
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí te endureciste,
los ojos aún siquiera no volviendo
a lo que tú hiciste.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. (…)        

Nemoroso:

      Corrientes aguas, puras, cristalinas,
árboles que os estáis mirando en ellas,                   
verde prado, de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedra que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno:
yo me vi tan ajeno                                                 
del grave mal que siento,
que de puro contento
con vuestra soledad me recreaba,
donde con dulce sueño reposaba,
o con el pensamiento discurría                  
por donde no hallaba
sino memorias llenas de alegría.

      Y en este mismo valle, donde agora
me entristezco y me canso, en el reposo
estuve ya contento y descansado.                                         
¡Oh bien caduco, vano y presuroso!
Acuérdome, durmiendo aquí alguna hora,
que despertando, a Elisa vi a mi lado.
¡Oh miserable hado!
¡Oh tela delicada,                                       
antes de tiempo dada
a los agudos filos de la muerte!
Más convenible fuera aquesta suerte
a los cansados años de mi vida,
que es más que el hierro fuerte,                   
pues no la ha quebrantado tu partida. (…)

      ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
cuando en aqueste valle al fresco viento
andábamos cogiendo tiernas flores,
que había de ver con largo apartamiento                   
venir el triste y solitario día
que diese amargo fin a mis amores?
El cielo en mis dolores
cargó la mano tanto,
que a sempiterno llanto                                       
y a triste soledad me ha condenado;
y lo que siento más es verme atado
a la pesada vida y enojosa,
solo, desamparado,
ciego, sin lumbre, en cárcel tenebrosa. (…)

Divina Elisa, pues agora el cielo
con inmortales pies pisas y mides,                   
y su mudanza ves, estando queda,
¿por qué de mí te olvidas y no pides
que se apresure el tiempo en que este velo
rompa del cuerpo, y verme libre pueda,
y en la tercera rueda,                                                
contigo mano a mano,
busquemos otro llano,
busquemos otros montes y otros ríos,
otros valles floridos y sombríos,
do descansar y siempre pueda verte                   
ante los ojos míos,
sin miedo y sobresalto de perderte? (…)



EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO (IV)


FRAY LUIS DE LEÓN

1.- VIDA

Nació en Belmonte (Cuenca), en 1527, de padres con ascendientes judíos. Muy joven se hizo agustino, y estudió en Salamanca y Alcalá. Fue catedrático en la primera de estas universidades. Su carácter le granjeó numerosos adversarios, los cuales, con el pretexto de que había desobedecido un acuerdo del Concilio de Trento al traducir el bíblico Cantar de los Cantares, lo denunciaron. Estuvo por ello preso durante casi cinco años en Valladolid. Al recuperar la libertad, es fama que reanudó sus explicaciones con estas palabras: “Decíamos ayer…” Volvió a ser amonestado por sus continuos enfrentamientos en el claustro de profesores. Dejó la cátedra para desempeñar cargos en su orden, y murió en 1591.
            Fray Luis es excelso como prosista y como poeta.

2.- OBRAS EN PROSA

            La más importante de todas se titula De los nombres de Cristo. La escribió en la cárcel. En ella comenta los nombres que en la Biblia se dan a Jesucristo (Pastor, Cordero, Esposo, Jesús…).
            Otras fueron: La perfecta casada (sobre las virtudes que debe poseer la mujer cristiana en el siglo XVI) y Exposición del libro de Job (se identifica con este personaje bíblico).
            En su prosa busca un ideal renacentista, la naturalidad. Como buen humanista, fray Luis pugna para que el castellano alcance la misma dignidad artística que el latín. Teniendo como modelo a Cicerón, busca que la prosa, sin confundirse con el verso, posea calidades armoniosas semejantes a las de este.
            También escribió, como buen humanista, varias obras en latín.

3.- SU POESÍA

            Es uno de los mayores poetas españoles de todos los tiempos. No se publicaron en vida sus versos. Iban de mano en mano entre los estudiantes de la universidad. La primera edición de sus poesías la realizó Quevedo en 1637 para oponerse a las nuevas corrientes estilísticas que Góngora estaba imponiendo.
            Es un poeta esencialmente religioso y desarrolla diversos temas morales. Con una insatisfacción  espiritual por lo que lo rodeaba, buscó consuelo en la vida retirada y el sueño de la “morada celeste”
            De ahí que su obra gire sobre tres temas:

-El ideal de vida retirada: Oda a la vida retirada. Escritas antes de entrar en prisión. Expresa el ansia de soledad y el desprecio de los placeres mundanos.

            -El sentimiento de desamparo: En la Ascensión. Versos compuestos en la cárcel.

-Prefiguración de la vida del cielo: Oda a Salinas. A la salida de prisión. Revelan cierto misticismo espiritual y un anhelo de armonía.

La obra poética original de fray Luis es escasa: no llegan a cuarenta los poemas que compuso. Además tradujo en verso castellano textos latinos, italianos y bíblicos.


EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO (V)

LA MÍSTICA

En el siglo XVI aparece tardíamente en España una literatura ascética y mística, cuyo esplendor se había producido en otros países un siglo antes.

Ø  La literatura ascética se ocupa de los esfuerzos que el espíritu debe realizar para alcanzar la perfección moral. 

Ø  La literatura mística trata, en prosa o en verso, de los fenómenos, difícilmente describibles, que experimentan algunas personas (las místicas) al entrar el alma, a través de la oración, en contacto directo con Dios.

La ascética es una parte de la mística: todo místico debe ser un asceta. Pero no todos los ascetas logran vivir experiencias místicas. Estas son un regalo de Dios a almas absolutamente excepcionales.

VÍAS MÍSTICAS

Según los místicos, el alma, hasta llegar a la unión con Dios, pasa por tres fases (momentos) o vías:

·         Vía purgativa: mediante la penitencia, el alma se limpia, se desentiende del mundo y solo ansía la presencia de Dios. 

·         Vía iluminativa: la ilumina un saber especial, nada parecido al saber mundano, cuando se ha sometido en todo a la voluntad divina. 

·         Vía unitiva: se funde con Dios mismo, produciéndose el éxtasis, en el que se anulan todos los sentidos. El gozo que se produce es inefable (no se puede describir o explicar con palabras). En otras culturas se denomina nirvana y en español también recibe el nombre de arrrobamiento.

Geniales escritores místicos fueron Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.

 SAN JUAN DE LA CRUZ


1.- VIDA

Abulense como santa Teresa, nació en Fontiveros (Ávila) en 1542 en un medio social muy humilde. A los veintidós años ingresó en la orden carmelita y estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Salamanca, y allí debió de conocer a fray Luis de León. Su inclinación por la vida austera le hizo unirse a  la reforma de la orden carmelita cuando conoció a Teresa de Jesús en 1567. Participa activamente en la reforma del Carmelo, lo que le valió la prisión en Toledo en condiciones humillantes. Sorprendentemente, comienza entonces su labor poética. Escapa en 1578 de la prisión y se refugia en un convento de carmelitas descalzos. Alcanza importantes puestos en la orden y desarrolla gran parte de su incesante actividad reformadora en diversos lugares de Andalucía. Al final de su vida sufre nuevos conflictos en la orden y muere en Úbeda en 1591.

1.- OBRA

La producción poética de Juan de la Cruz es muy breve y, sin embargo, alcanza con ella un lugar señero en la lírica universal. Compuso tres grandes poemas: Cántico espiritual, Noche oscura del alma y Llama de amor viva. Además escribió otra veintena de poemas, más breves, de desigual valor.

Escribió un comentario en prosa de cada una de sus obras en verso para explicar el sentido de los textos verso a verso y casi palabra a palabra.

El Cántico espiritual fue probablemente compuesto hacia 1577 y reelaborado después de forma constante. El poema consta de cuarenta liras que siguen muy de cerca el Cantar de los Cantares bíblico. Es un diálogo entre la Amada y el Amado, al que aquella ha buscado por valles y montañas hasta encontrarlo. Se pueden distinguir las tres vías místicas.

La Noche oscura (1584) consta de ocho liras en las que la Amada, tras salir disfrazada de su casa por la noche, se une plenamente al Amado. El alma, en su noche (es decir, mediante el abandono de todas las apetencias mundanas en la vía purgativa), se escapa de su casa (de su cuerpo), guiada exclusivamente por el amor que en ella arde (vía iluminativa) hasta alcanzar la unión con Cristo (vía unitiva). Frente a los intentos místicos de fray Luis de León, se apreciará en san Juan de la Cruz la audaz fuerza amorosa de sus expresiones, su impetuoso vuelo espiritual.

La Llama de amor viva (1584) expone en cuatro estrofas aliradas de seis versos no ya la búsqueda y unión con el Amado, sino las sensaciones amorosas que expresa la Amada en la unión misma.

Los poemas menores ¾romances, canciones, glosas¾ desarrollan motivos muy similares. Su valor es inferior al de los tres grandes poemas, aunque hay algunos de notable calidad como “Un pastorcico solo está penado…” o “Tras de un amoroso lance…”

 2.- TEMAS
         
            Sus versos son fruto de sus experiencias místicas, las cuales son, de suyo, inefables. De ahí sus expresiones extrañas de difícil comprensión. Pero, ¿puede ser “explicada” una poesía surgida de un momento no gobernado por la razón, sino por una especial iluminación y un contacto con Dios?
            El mismo san Juan advierte que sus poesías no pueden explicarse con exactitud y que cada lector “se aproveche según su modo y caudal de espíritu”. Lo que debemos saber es que, aun cuando, a veces, no entendamos sus versos, nos emocionarán y nos fascinarán.
            En su empeño de comunicar sus experiencias místicas (amor divino, unión con Dios), san Juan –siguiendo el ejemplo del Cantar de los Cantares- encuentra que lo mejor para dar alguna idea de ello es acudir al amor humano como símbolo.
            Por eso toda su poesía será poesía de amor. En sus versos encontramos las más intensas peripecias de la experiencia amorosa, de las más torturadoras a las más gozosas, de las más tiernas a las más ardientes. En ningún poeta es tan intensa la pasión de amor –divino en este caso-, con el incontenible deseo –y logro- de la fusión con el Amado.
            Junto a ello, como Garcilaso, hay en sus poemas elementos pastoriles y bucólicos, con deliciosas notas de paisaje. Esta naturaleza, cuya belleza es reflejo de la belleza de Dios, conduce a Él (platonismo cristiano).

3.- ESTILO
           
            El poeta tiene que forzar el lenguaje, acudiendo a insólitas antítesis, paradojas y oxímoron, y, sobre todo, a “extrañas figuras”: imágenes, metáforas, símbolos y otros hallazgos insólitos que incluso a él le parecían “dislates”.
            Todo ello con una increíble vehemencia lo que confiere a la poesía de san Juan de la Cruz una hondura y una belleza inigualables.

4.- CIMA DE LA LÍRICA ESPAÑOLA

            San Juan es, por supuesto, una figura cimera de la literatura religiosa de nuestro Siglo de Oro. La admiración por su poesía es compartida por todos los críticos, sean creyentes o no. Con criterios estrictamente literarios su obra poética se sitúa en la más alta cumbre de la poesía española de todos los tiempos.
  
TEXTOS

 Noche oscura del alma

 En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
 A oscuras y segura,
por la secreta escala, disfrazada,
¡oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
 En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
 Aquesta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
 ¡Oh noche que guiaste!
¡oh noche amable más que el alborada!
¡oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!
 En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
 El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.
 Quedeme y olvideme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Llama de amor viva

 ¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado
que a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
  
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su querido!

¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno
donde secretamente solo moras,
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!

domingo, 10 de noviembre de 2019

EDAD MEDIA IV. LA CELESTINA


SIGLO XV. LA CELESTINA de Fernando de Rojas

La Celestina es la obra más importante de la literatura española, si descontamos el Quijote. Refleja perfectamente el cambio de mentalidad que da lugar al Renacimiento

1.- PROBLEMAS TEXTUALES: DE LA COMEDIA A LA TRAGICOMEDIA
La primera edición se publicó en Burgos en 1499. Constaba de dieciséis actos, que se mantuvieron en las ediciones de Toledo y Salamanca (1500). La obra se titulaba Comedia de Calisto y Melibea.
Al frente lleva una carta de El auctor a un su amigo, donde dice que, estando en Salamanca, llegó a sus manos el primer acto de la obra, escrito por un desconocido. Y que, entusiasmado al leerlo, decidió continuar la obra, propósito que cumplió en quince días.
En los preliminares figura también un poema en versos acrósticos (son aquellos cuyas primeras letras leídas verticalmente, componen un nombre o una frase), en que se lee: El bachiller Fernando de Rojas acabó la comedia de Calisto y Melibea y fue nacido en la Puebla de Montalbán.
Las ediciones hechas en Sevilla, Toledo y Salamanca, de 1502, se titulan ya Tragicomedia de Calisto y Melibea; y esta tiene cinco actos más, es decir, un total de veintiuno. La Tragicomedia constituye, pues, el texto definitivo.
Años después, por la importancia del personaje central, se cambió el título a La Celestina, nombre por el que, desde entonces, conocemos a esta obra.

2. PROBLEMA DEL AUTOR: ¿ES VERDAD LO QUE DICEN LOS PRELIMINARES?

La crítica del siglo XIX no los creyó, aduciendo que una obra tan perfecta tenía que haber salido de una sola mano. Es más se llegó a sospechar que el nombre de Fernando de Rojas ocultaba al autor verdadero, que no quiso dar su nombre por la crudeza del texto.
            La crítica más reciente confirma la veracidad de la carta. El acto I está escrito en un estilo más conciso y en párrafos más cortos. Y sus fuentes son distintas de las que se observan en los demás actos. Pertenece, pues, a un autor desconocido.
            Los quince actos restantes de la Comedia  y los cinco añadidos de la Tragicomedia pueden atribuirse, sin vacilación, a Fernando de Rojas.

3.- PROBLEMA DEL GÉNERO

3.1. TEATRO O NOVELA
            No es novela porque no hay narrador y está totalmente escrita en forma dialogada; pero no es teatro, no se puede representar dada su gran extensión. Pertenece a un género dramático llamado comedia humanística, concebido para la lectura dramatizada (en grupo, en voz alta).
3.2. COMEDIA O TRAGICOMEDIA
            Contiene muchos elementos trágicos (todas las muertes); pero también hay momentos cómicos (burlas, carácter de Calisto). De ahí su último título Tragicomedia.

4.- IMPORTANCIA DE LA CELESTINA

            La trascendencia de La Celestina se debe a la fuerza con que los personajes viven pasiones incontenibles, llevadas al extremo de un desenlace trágico.
            En primer lugar, la pasión del amor físico entre los jóvenes protagonistas, Calisto y Melibea, a quienes circunstancias desconocidas no permiten una relación pública. Para entablar conocimiento, y para satisfacer sus deseos después, se valen de los servicios de una vieja, Celestina, que explota su amor y su lujuria.
            Este personaje, cuyo antecedente más inmediato es la vieja Trotaconventos del Libro de buen amor, encarna la pasión de la codicia. Fernando de Rojas ha logrado uno de los personajes de la literatura mundial. A la codicia, se le une su falta de sentido moral y su astucia.
            Melibea y Calisto viven en un mundo refinadamente burgués; Celestina se mueve entre ese mundo y el de los criados y la gente del prostíbulo. Son dos ambientes que solo se diferencian en las formas, pero la lujuria y el egoísmo es común a ambos. Fernando de Rojas, por vez primera en la literatura mundial, hace que personajes “nobles” y “plebeyos” convivan en una misma obra, dando a ambos idéntica importancia.
            El camino hacia el realismo (una constante a lo largo de toda nuestra literatura) estaba abierto.

5.- LOS PERSONAJES DE LA CELESTINA
            Melibea: Su nombre viene del latín “melis” que significa “dulce”, “miel”. Significaría de forma literal, “la dulce”, “la melosa”. Está muy bien construido porque evoluciona desde el modelo virtuoso de mujer (sigue las normas del amor cortés), hasta el de la joven apasionada. Egoísta, no piensa en las consecuencias de sus actos, ni en el dolor que estos van a causar en sus padres. Es un personaje más interesante que el de Calisto. Es la primera mujer en nuestra literatura que “decide” por sí misma. No queda claro si su enamoramiento es sincero o está causado por la magia de Celestina.
            Calisto: Su nombre procede del griego “kalos” que significa “guapo”. Así su nombre, tendríamos que entenderlo de forma literal como “el guapo”. Es un personaje menos interesante que el de Melibea. Egoísta, exaltado, voluble, no tiene nada que ver con el amo medieval que cuidaba de sus criados. No lucha por el amor de Melibea, no cumple las reglas del amor cortés y se contenta con contratar los servicios de una alcahueta. Cegado por su pasión lujuriosa, no le importa blasfemar, ni que sus criados hayan muerto por su causa. En el único momento en que muestra interés por otro ser humano, paradójicamente muere.
            Celestina: Su nombre procede del latín “celeste” que significa “relacionado con el cielo”. Significaría de forma literal, “que tiene relaciones con el más allá”; y de forma irónica “nada celestial”. Es el personaje que vincula a todos: elocuente; persuasiva; manipuladoraantigua prostituta; tiene muchos oficios (perfumera, vendedora de hilos, bruja, alcahueta…); astuta; sabe improvisar y aprovecharse de las debilidades de los demás. La fuerza de su personalidad ha conseguido que haya pasado a convertirse en el nombre común de esta actividad de “tercería” y es el prototipo de alcahueta. La codicia será su perdición.
            Sempronio: Su nombre procede del latín “semper” que significa “siempre”; pero aquí, de forma irónica, entendemos “el que nunca está”. Es el criado mayor, que tiene más experiencia. No mantiene ninguna vinculación afectiva, solo económica, con su amo, cuya lujuria pretende explotar. Lujurioso. él también, perderá la vida por su codicia y su violencia.
            Pármeno: Su nombre procede de una palabra griega que significa “permanente, fiel”, así que lo entendemos al revés: “el que cambia”. Es el criado joven que quiere ser fiel a su amo, pero ante el maltrato de este cuando le dice la verdad y le previene contra Celestina, y ante la perspectiva de tener relaciones con Areúsa, decide cambiar de bando y unirse a Sempronio. Es un personaje que tiene un pasado y conocía a Celestina de pequeño por su madre. Es muy fácil de manipular y se deja arrastrar por Sempronio.
            Elicia: Su nombre procede del latín “eligere” que significa “elegir, seleccionar”. Significaría lo contrario; de forma irónica sería la mujer “poco selecta”. Es la pupila de Celestina, trabaja para ella en el burdel y está aprendiendo de ella. Sin embargo le falta la personalidad de su prima Areúsa. Envidiosa y rencorosa, conseguirá con esta vengarse de la muerte de Celestina.
            Areúsa: Su nombre procede de un verbo griego que significa “orar, suplicar”. Significaría por su fuerte personalidad lo contrario: “la que no ruega nunca”. Prostituta libre, es “captada” por Celestina y, ante la muerte de sus clientes, promueve la venganza. Junto a Elicia formarán la verdadera heredera de Celestina. Ninguna de las dos prostitutas  se siente inferior a Melibea.
            Pleberio: Su nombre procede del latín “plebis” que significa “pueblo”. Significaría de forma literal, “un hombre del pueblo, un hombre normal”. Padre preocupado por su hija, por su futuro matrimonio, por su bienestar, representa la nueva clase burguesa. En la última escena declama un monólogo conocido como “Planto de Pleberio” donde increpa al amor como causa de todos los males y a la fortuna por haberle sido contraria. Su desengaño ante lo que el mundo le prometía y la falta de esperanza religiosa, ha llevado a muchos a ver la voz de Fernando de Rojas en él, la voz de un converso que refleja el pesimismo de su experiencia vital.
            Alisa: Su papel no tiene nada que ver con el de la madre confidente de tantas canciones tradicionales. La irresponsabilidad de dejar entrar por segunda vez a Celestina en su casa y su ceguera ante el comportamiento de su hija, no deja de ser una crítica de la época a las madres que no cumplen con su función de guardianas de la vida familiar.
                Centurio: Es el único personaje cómico de la obra; con antecedentes en el teatro clásico, es un soldado fanfarrón y cobarde.
                Tristán y Sosia: criados jóvenes de Calisto.
                 Lucrecia: criada de Melibea.

6.- EL ESTILO DE LA CELESTINA
            La mostración de pasiones, por intensa que sea, no constituiría por sí sola una obra artística, si no acertara a expresarla con belleza literaria. Rojas hace hablar a los personajes (y se trata de una importante novedad) según su condición social y según las circunstancias en que actúan. En la literatura anterior, los personajes, con notorias excepciones, hablan todos con un mismo estilo, el que adopta el autor para toda la obra.
            Calisto y Melibea se expresan en un tono elevado, culto, con una retórica latinizante muy compleja, propia de la comedia humanística. A veces los criados se burlan de cómo habla su amo.
            Los coloquios en los que intervienen Celestina, los criados, las prostitutas y los rufianes son, en cambio, vivos, punzantes, salaces… Brotan los refranes, los insultos, las frases cortas del lenguaje popular. Celestina emplea abundantes refranes, lo cual es un recurso literario para caracterizar a los personajes incultos (como veremos que hace Cervantes con Sancho Panza).

7.- LOS TEMAS  DE LA CELESTINA
           
            La magia, el paso del tiempo, la fortuna, el sentido didáctico de todas las muertes, se asocian al medievo; pero las nuevas relaciones entre amo y criado, la condición de un hombre “hecho a sí mismo” de Pleberio, el individualismo, el deseo frenético de gozar de los placeres de la vida, así como la ausencia del tema religioso, nos hablan del próximo Renacimiento.